El Corpus del Delito (43)

2019mar
Como sabemos, la situación, el caso, los hechos: el silencio, la no acción, las expresiones, las decisiones, las conductas, las reacciones, las caras, la actitud, los comentarios, el comportamiento, etc.; son reveladores de los motivos, las motivaciones, las causas, las razones, los intereses.


Al identificarlos, analizarlos, estudiarlos se adquiere visión, comprensión y explicación. En la situación, en el caso, en los hechos se encierra la verdad. Por ello, de ahí hay que extraer su conocimiento. En la experiencia directa, vivida, observada, o en la escuchada, se puede obtener un mapa de la realidad en sus diferentes dimensiones y niveles. 

Allí, vemos aspectos intrapersonales, de conducta habitual o situacionales (patrones estables de sentimiento, pensamiento, comportamiento); dinámicas transaccionales, de interacción con-contra unos y otros miembros del grupo (de atracción-rechazo, vinculación o alejamiento, de alianzas basadas en la dinámica de grupo); también vemos motivos de rol, jerarquía, poder y estilos, políticas, modelos de gestión. Es decir, se capta la situación intrapersonal interaccional organizacional. 

Secuencias 
En el caso a describir, de base estarían los movimientos derivados de la decisión estratégica de especialización de un miembro del equipo. Este proceso genera la neoposición del agente seleccionado. Se convierte en objetivo-diana por el simple hecho de ser elegido, y por su progresión. A pesar de todas las medidas, pautas y estrategias de acomodación, solapamiento y mimetización, de modo inevitable, adquiere un lugar destacable. 

Esta dinámica de diferenciación, por sí misma genera activación intrapersonal en dos focos principales, sobre todo en los entornos de colaboración y pertenencia (en el equipo de referencia habitual), y ya muy desde el principio, en la persona del gestor; posiblemente, también en los no seleccionados. 

Ya se había descrito la dinámica persistente de conducta negativa por parte del asistente a dirección, y las alianzas, el silencio y la no acción de la dirección. Se ha constatado recientemente, en una nueva vuelta analítica, que una de las medidas del director general era aprovechar esa actitud negativa interpersonal (esa dinámica de hostigamiento) existente en el equipo de centro, como sistema de presión, boicot y vulnerabilización. 

Eso era lo que producía un descoloque continuo por el «doble mensaje» (Teoría Sistémica). Las decisiones contradictorias, imposibilitaban la tarea encomendada y llegaron incluso a truncar todo el proceso de implantación. Quizás, fue también el método para bloquear a aquel profesional en su participación en otras actividades de ámbito personal. La confirmación definitiva del «deseo de eliminación», de tener a este profesional fuera de aquel proyecto, se dio cuando el plan del director era derivarlo a otro centro específico apartado (cuarto cambio en tres años). 

Una vez que logramos mantenernos para continuar con la tarea emprendida, y que «vencimos» esas artimañas, con diversas estrategias; de nuevo nos situamos en una posición de alta complejidad. Al funcionar de forma habitual con la nueva estructura nos expusimos a tres frentes. En el centro base, contra el asistente y la dirección; en el centro de colaboración, contra la dirección; y, a nivel central, contra el director general. Por otra parte, se abría la nueva presión (aunque "positiva") del compañero de equipo específico, que se fascinaba con su avance en incorporación, sin ser consciente de todo lo que estaba en juego. 

En este contexto, el conflicto interno del director general (motivos intrapersonales) lo superaba. Fue in crescendo, y se vio sobre todo, en la progresiva alteración de su segunda, por contagio, trasferencia y alineamiento.

Se produce un nuevo factor de disrupción, con la persistencia del compañero especialista, que nos puso a tiro de forma sistemática, al hablar, al decir, al explicitar.

Fue la problemática transaccional de agresión hacia éste, por parte de su directora, y la presión sostenida de resistencia, oposición y negativismo, de los otros tres, lo que acabó generando el salto interno en la persona del «aguantador». "Ya estaba bien de tanta estupidez, tontería y negatividad". 

Ahí se unificaron todos los condimentos, para que en un momento dado explotase todo (eclosión). 

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